sábado, 15 de mayo de 2010

Le concert

Aún no tengo muy claro cómo contar lo que sucedió el jueves pero creo que lo haré por el principio, cronológicamente, pues todo tiene su importancia, aunque sea por desahogarme un poco.


Llegamos a la cola y como todo desde este momento es criticable, allá que voy con mi lengua viperina. Por un lado, ya en la cola nos estaban atosigando con folletos de publicidad, que uno iba a llegar al concierto con una enciclopedia ilustrada de los próximos conciertos, centros de comida rápida, etc. esto mismo se lo dije a uno que repartía ¡qué bombardeo consumista! ¡cada vez lo odio más¡ Por otro lado, aunque también fueran fans del increíble Biolay, había una de esas típicas parejas insoportables cada uno con su móvil intentando que los demás nos enteráramos que al día siguiente se marchaban de viaje; pues bien, nos dimos por enterados (cuando quemarán esos aparatejos...estaría bien preguntarse a qué temperatura arden...lo digo para un remake sobre una peli de Truffaut).


A pesar de que había sitio donde elegir para disfrutar el concierto, la posición de las torres de Madrid no es muy predecible, pero acierto al decir que el 80% estaban delante mía, y eso que yo mido 180 cm. Con todo, lo vi. Igualmente puedo hablar de las cámaras fotográficas...decidí en el último momento no llevarla por si las moscas, y a mi alrededor había millones, de las antiguas pesetas, en teleobjetivos; además de uno muy simpático que optaba por apoyarme literalmente la cámara en la cabeza.


En cuanto al resto, el concierto me gustó, bailé y canté a gusto -debía de ser de los pocos que lo hacía. Pues si en algo coincido con un crítico, fue en la frialdad del público, la mitad eran de origen francés, novias sobre todo, que al final se dieron cuenta que aquello tenía un final y se iba acabar, para exigir unos buenos bises. Sólo recuerdo otro público igual de soso, los italianos en un concierto de Toto. Benjamin, tú no te mereces esto.


Disfrutamos de Biolay y The Birkins, con nuevas mezclas de algunos de sus temas, de 3 canciones para los bises y como no, de bellezas como Jardin d'hiver, éxitos como Dans la Merco Benz, La superbe, entre otras. Me negaba a irme sin escuchar Brandt Rhapsodie a cuya voz femenina se le puede achacar no estar a la altura de la de Jeanne Cherhall, incluso su ánimo dejaba que desear. Para que lo considerase redondo, faltaban Rose Kennedy y Nuits Blanches, pero claro esto es a título personal, pues están entre mis favoritas.


¡Y cómo me iba a despedir de la crítica sin hacer referencia al desg******* del conductor del 147 que aceleró y nos dejó tirados!...Heureusemente Biolay nous avait dejà bien anesthésiés...

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