martes, 7 de mayo de 2013

Middlesex, de Jeffrey Eugenides



Hace apenas un día me he quedado vacía, consecuencia a tener en cuenta siempre después de haber leído una buena novela. En este caso, con mayúsculas. Y es que a veces desearíamos que los libros no se acabaran nunca.

Eugenides aprovecha un problema biológico, el de su personaje principal, para narrarnos parte de la vida de tres generaciones: abuelos, padres e hijos, y además no sólo la de un pueblo, sino de dos, como Turquía y Estados Unidos.

Los antecedentes del personaje, son griegos que habitaban Turquía y por motivos políticos abandonan con lo puesto su país para acabar en la tierra de las oportunidades. Allí, Eugenides nos hará unas excelentes descripciones del Detroit de la época, su industria, revueltas y demás cambios. Yo, que soy una persona que no tolera demasiado los pasajes descriptivos he disfrutado mucho con esta obra.

Mientras nos narran las tribulaciones de los miembros de la familia, el autor logra sacar una sonrisa al lector en los momentos más trágicos y solemnes. Es fabulosos el sentido del humor del que hace gala.

Sin más, no quiero añadir algún que otro detalles de la lectura; sería una lástima que alguien se dejara llevar por el dilema de Callíope/Cal. La literatura de Eugenides es magistral, muy vivida y así lo transmite. Espero encontrar más de lo mismo en Las vírgenes suicidas que era el libro que en un principio iba a buscar en la biblioteca y que Anagrama se dé prisa en traducir la última publicada en 2011.

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