sábado, 28 de enero de 2017

Catany por fin y al final



A pesar de haber asistido a uno de los talleres en torno a la exposición del mallorquín, no quedó tiempo de disfrute de la muestra y el período de espera se alargó mucho. Se alargó tanto que lo dejé para el último fin de semana de exhibición.

Y lo cierto es que disfruté muchísimo. Me alegró poder ver el documental preparado a tal efecto, extraído de otro anterior, y después bajé a recrearme con sus fotografías y a llorar en silencio. Me emocioné tanto que lloré delante de sus Natures mortes.

Descubrí a Catany en mis primeros años de carrera. Cuando tenía tiempo y buscaba inspiración, conocer otros autores, otras propuestas, otros modos de ver, cayó en mis manos un ejemplar de Soñar en dioses perteneciente a la biblioteca de BBAA. Es una lástima que no se haya vuelto a editar, porque lo deseo con toda mi alma en mi biblioteca. Y Catany me inspiró. Me gustaban tanto sus desnudos como sus bodegones y retratos. Quizás algunas de sus paisajes correspondientes a La meva mediterranea, me resultaron algo barrocos. Me sorprendieron sus formatos en la exposición años atrás en la Fundación Telefónica, y me hicieron desear viajar a Villa Adriana en Tivoli, por poner un ejemplo.

Me alegró y entristeció a la vez el comprobar la cantidad de obra autoeditada por el autor. Ha sido una pena no poder echar un ojo a los libros. Me quedo con las ganas de saber cuál ha sido el equipo de edición que ha llevado a cabo esos volúmenes.

Y para terminar también, algo o muy poco he conocido en torno a la figura de Alain d'Hooge, ahora que lleva la Fundación de Toni Catany. Investigando su labor de galerista, lleva a otros autores amados como Bernard Plossu y García-Alix.


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